Primeras Industrias en el Siglo XVIII: Las Manufacturas Real

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Las manufacturas reales (o reales fábricas) fueron las instalaciones industriales que se fundaron por iniciativa de los monarcas absolutos durante el Antiguo Régimen, como resultado de la aplicación de la política mercantilista. Muchas de ellas se dedicaban a la fabricación de objetos de lujo, para el consumo en primer lugar de los propios palacios reales.

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El ejemplo más claro es la política de Colbert en Francia durante el reinado de Luis XIV (manufactura de los Gobelinos, a partir de 1662, dedicada a tapices, alfombras y otros textiles),​ de modo que puede llamarse colbertismo a esta política económica. El objetivo de dicha política, dentro de la teoría proteccionista, era:

  • impedir las exportaciones de materias primas, es decir, la salida de recursos del país
  • fomentar las exportaciones de productos manufacturados
  • impedir las importación de dichos productos (generalmente de lujo), que sino se habrían comprado en el exterior
  • equilibrar la balanza de pagos

La emulación de las costumbres del rey harán que las clases altas obtengan un público consumidor mayor (incluso fuera de las fronteras francesas).

La llegada a España de la casa de Borbón en el siglo XVIII hizo que se aplicara dicho modelo con las Reales Fábricas. Estas se dividían en dos grandes categorías: aquellas fundadas por la Corona y aquellos negocios privados ya existentes a los que se les otorgaba dicha categoría.

Textiles

  • Real Fábrica de Paños y Sarguetas de San Carlos, en Guadalajara (1719-1822). Dedicada a la fabricación de paños y sarguetas.

 

En 1718 Felipe V, tras la guerra de Sucesión que le alza al trono y de su boda con Isabel de Farnesio en el Palacio del Infantado, como agradecimiento a Guadalajara, otorga la posibilidad de instalar una manufactura real en la ciudad. Se trataría de una Real Fábrica de Paños. La ubicación sería el palacio de los Marqueses de Montesclaros, justo enfrente del Alcázar y del palacio de los Duques del Infantado. Para acometer las mejoras precisas que adaptasen el viejo palacio en fábrica se decide utilizar materiales procedentes de los restos del Alcázar.

Pronto se quedan pequeñas las instalaciones de la fábrica en el palacio de Montesclaros para la producción prevista por sus responsables y deciden ampliar las instalaciones. Se presentan proyectos para levantar otra fábrica de paños en Brihuega, San Fernando de Henares y Torrejón de Ardoz, o bien realizar una ampliación en los terrenos del viejo Alcázar de Guadalajara. Finalmente se toma la decisión de levantar las de Brihuega y San Fernando y ampliar la de Guadalajara.8​ Con ello, en 1778 se derruyen parcialmente los restos del Alcázar para instalar allí la ampliación de la Real Fábrica de Paños bajo los trazos diseñados por el maestro de Obras de la Real Fábrica, Diego García. Esto provoca que terminase de demolerse el viejo palacio medieval dejando en pie tan solo sus muros perimetrales que servirían de sustento del edificio de la fábrica. El nuevo edificio tomaría el nombre de Real Fábrica de Sarguetas de San Carlos. Esta utilidad de fábrica de paños y sarguetas se mantiene hasta la guerra de la Independencia, cuando vuelve a servir como cuartel militar recuperando su función primigenia como alcázar, donde queda inhabilitada como fábrica en 1812 como consecuencia de los daños sufridos. En 1833 queda definitivamente definido como cuartel militar al instalarse allí la Academia Superior de Ingenieros de Guadalajara, lo que lleva a que en 1860 se reformase profundamente las instalaciones del alcázar y del palacio de Montesclaros para adecuarlos a su nueva función.

 

  • Real Fábrica de Tapices, en Madrid (1721-actualidad). Fundada por Felipe V, continúa abierta en la actualidad, fabricando tapices, alfombras y reposteros.

En sus inicios fue dirigida por Jacobo Vandergoten y su familia, procedente de Amberes y se ocupó una finca en las afueras de Madrid, al lado de la Puerta de Santa Bárbara, de la que la Real Fábrica toma su nombre. Se instalaron telares de bajo lizo que se realizaban a partir de modelos realizados por pintores de la corte. Se siguieron en estos primeros años modelos flamencos, de la escuela de David Teniers III y Philips Wouwerman. En 1734, su hijo Jacobo Vandergoten «el Joven» inaugura otra fábrica que trabaja el «alto lizo», más moderno.

Sin embargo, su verdadera importancia comienza en 1746 durante el reinado de Fernando VI, con la unificación de las dos manufacturas y el decisivo mecenazgo real. Se renovaron los estilos de los cartones, que se miraban ahora a pintores italianos como Jacopo Amiconi, Corrado Giaquinto o franceses, entre los que destacan Louis-Michel van Loo y Michel-Ange Houasse, con la colaboración de Andrés de la Calleja y Antonio González Ruiz. Se renuevan también los temas, que abarcan ahora mayor variedad, desarrollando motivos mitológicos y un costumbrismo pintoresco, que respondían al fin decorativo de estas manufacturas. Destacan también series históricas e incluso una Historia de Don Quijote, que se hace eco de los personajes de ficción de una novela ya elevada al rango de clásico.

Pero será con Carlos III y la dirección de Antonio Rafael Mengs que la fabricación de tapices experimenta su época más brillante. El checo, nombrado desde su llegada a España primer pintor de cámara del Rey, introduce un concepto neoclásico en la composición no exenta del pintoresquismo que ahora se va a aplicar a temas de costumbres, escenas, tipos y paisajes españoles, producto del influjo de la Ilustración, que deseaba un mayor conocimiento de la realidad del país. Para ello se ayudó del arquitecto Sabatini en la labor de dirección de la Real Fábrica y posteriormente (y en sus ausencias) de Francisco Bayeu (nombrado director tras Mengs) y Mariano Salvador Maella. Se contrató a jóvenes artistas españoles, como José del Castillo, Ginés Andrés de Aguirre, Antonio Barbazza, Mariano Nani, Zacarías González Velázquez, José Camarón Meliá y Ramón Bayeu.

Por encima de todos ellos destacó la labor de Francisco de Goya, desde su llegada en 1775 como pintor de cartones, hasta 1792 en que una grave enfermedad, que le produjo su sordera, le alejó definitivamente de este trabajo, el primero en la corte madrileña. Fue él quien logró conjugar en su quehacer los estilos de las escuelas anteriores y crear uno propio, que en adelante caracterizó a la Real Fábrica hasta su declive tras el reinado de Carlos IV y la Guerra de la Independencia.

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  • Real Fábrica de Paños, en Brihuega (1750-1835). Fundada por Fernando VI influenciado por su hermanastro Luis de Borbón y Farnesio, se hizo como sucursal de la Real Fábrica de Paños de Guadalajara. En Brihuega existe una tradición textil importante, que se inicia en los siglos xiii y xiv, como queda demostrado por los numerosos batanes que se localizan en sus inmediaciones. En 1750 se funda la Real Fábrica, que se construirá a lo largo de los primeros años de ese decenio, dentro del recinto amurallado de la ciudad y en el lugar que ocupaba la ermita de Santa Lucía.
  • Real Fábrica de Paños, en Ezcaray (1752-1845). También denominada de Santa Bárbara, en 1773 le fue concedido el privilegio de Compañía Real, pasando a denominarse Compañía Real de San Carlos y Santa Bárbara. Fue apoyada por el ministro Marqués de la Ensenada y llevó el nombre de la mujer de Fernando VI, doña Bárbara de Braganza. En 1773, bajo el reinado de Carlos III se le concedió el privilegio de Compañía Real, pasando a denominarse «Compañía Real de San Carlos y Santa Bárbara de la villa de Ezcaray». La Casa de Tintes, también conocida como «El Fuerte», se construyó con materiales incombustibles, después del incendio que asoló buena parte de la Real Fábrica en 1785. A principios del siglo XIX comenzó su declive debido al retraso tecnológico, hasta su desaparición.
  • Real Fábrica de Lencería, en La Granja de San Ildefonso (c. 1759-1807). Fábrica de lienzos instalada para estimular el arte de la lencería, también producía mantelería. Fue conocida como La Calandria y en 1807 ya había desaparecido.

Fue fundada durante el reinado de Carlos III, a instancias de José Moñino y Redondo, I conde de Floridablanca, que gozaba del cargo de ministro de Estado, y a la par que la Real Fábrica de Lencería de León. Fue una fábrica de lienzos instalada para estimular el arte de la lencería, también producía mantelería y otros textiles. Su vida no debió durar ni cuarenta años, y ya en 1807 la fábrica había dejado de funcionar, siendo concedido el edificio a un empresario para instalar una nueva industria lanera. Así lo recoge Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico: «La Calandria: Este edificio es un cuadrilongo, compuesto de piso bajo y principal; fue destinado en un principio para fábrica de lienzos, y después se cedió en usufructo por los Sres. Reyes a un fabricante de Segovia, para máquinas de hilazas de lana, la que por espacio de algunos años, continuó su elaboración». También alude a los posibles motivos de su desaparición: «pero en el día, habiéndose establecido otra de igual clase en Santa María de Nieva ha tenido que cerrarse y se halla sin ningún destino».

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  • Real Fábrica de Mantelería, en La Coruña (1685-). Instalada en la calle de la Mantelería, en 1790 disponía de 500 trabajadores.
  • Real Fábrica de Paños, en San Fernando de Henares (1746-1766).
  • Real Fábrica de Sedas, en Talavera de la Reina (1748- ).
  • Real Fábrica de Lencería, en León (c. 1759-1769). Instalada en los antiguos palacios reales, en ella se confeccionaba lencería común y entrefina, manteles, terlices, lonas, medias, calceras, gorros, fajas, hilo, guantes y otros tejidos.
  • Real Fábrica de Paños, en Segovia (1763-1862). Aunque establecida en la referida fecha, fue el fruto de la modernización del Sello Real de Paños, que siendo dependiente de la Corona de España se estableció en la ciudad en 1673.
  • Real Compañía de Hilados de Algodón, en Barcelona (1772-1847). Creada para fomentar en Cataluña la hilatura de algodón en rama americano. En 1847 abandonó su función real y en 1889 se constituyó junto a otros organismos en la organización patronal privada Fomento del Trabajo Nacional.
  • Real Fábrica de Hilar Sedas a la Piamontesa, en Murcia (1770-). Los primeros años de funcionamiento fueron bastante complicados, y cerró en varias ocasiones.
  • Real Fábrica de Holandillas y Bocacíes, en Madrid (1785- ). Dedicada a la mercería, especiería y droguería, se situaba en la calle Mira el Río.
  • Real Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón, en Ávila (1787).
  • Real Fábrica de Lonas, Vitres e Hilazas, en Cervera del Río Alhama (1790).
  • Real Fábrica de Paños, en Alcoy (1800).
  • Real Fábrica de Hules, en Cádiz. Dedicada a la fabricación de hules de seda y lienzos finos, estaba ubicada en la calle de San Rafael.
  • Real Fábrica de Sedas, en Valencia (siglo XVIII).
  • Real Fábrica de Don Diego López, en Béjar privilegio otorgado por Carlos III en 1782 al propietario de la fábrica situada en el centro de la ciudad, surgida por la evolución de una casa-obrador durante el proceso de industrialización de la ciudad iniciado por los duques en el siglo XIII

Cerámica y Porcelana

  • Real Fábrica de la China, en Madrid (1760-1808).

Se fundó en Madrid en 1760 por iniciativa del propio Carlos III, que ya había impulsado la fábrica similar de Capodimonte cuando fue rey de Nápoles. De Nápoles llegaron artesanos especializados, y tres cargamentos con el instrumental necesario y la pasta especial para producir porcelana.

El destino de muchas de las piezas fabricadas fue la decoración de Palacio Real de Madrid y los Reales Sitios, donde siguen conservándose buenas colecciones. La Casita del Príncipe del Monasterio de El Escorial tiene una sala totalmente decorada con porcelana del Buen Retiro, con gusto próximo al estilo Rococó. Asimismo, en el madrileño Palacio Real una sala entera muestra las paredes recubiertas por este material, procedante de la Real Fábrica. Sin embargo, la obra cumbre de esta escuela fue el Gabinete de Porcelana del de Aranjuez, diseñada y realizada por el equipo de Giuseppe Gricci.

Aunque a veces puede leerse que los autores de su destrucción fueron las tropas de Napoleón (motivadas, se supone, por la calidad de sus productos, que estaba empezando a hacer daño a la fábrica francesa de Sèvres), en realidad fueron las tropas británicas, comandadas por Wellington (cuya nación tenía intereses industriales incluso mayores). La labor de Joaquín Murat se había limitado a convertir la fábrica en un objetivo militar, al fortificarla con tres líneas de defensa, incluyendo un sistema de bastiones de traza italiana.

Tras la acometida inglesa en la batalla del Retiro (13 de agosto de 1812), el coronel Lefond capituló rindiendo 2.500 soldados, 189 piezas de artillería, 2.000 fusiles y abundante munición e intendencia. Lo que quedaba en pie fue destruido por órdenes del general Rowland Hill como parte de los preparativos de evacuación (31 de octubre), incluyendo la voladura de la fábrica y sus almacenes, sin que las autoridades españolas aliadas se interesaran lo suficiente como para impedirlo.

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  • Real Fábrica de Loza y Porcelana, en Alcora (1727-1858). En 1729 se convirtió en fábrica real.

Creada en 1727 en Alcora a iniciativa de Buenaventura Ximénez de Urrea y Abarca de Bolea, IX conde de Aranda, padre del posterior conde de Aranda Pedro Pablo Abarca de Bolea que formaría parte de los equipos de gobierno ilustrados de Carlos III y Carlos IV, y que fue quien impulsó esta manufactura de modo más destacado. Su cierre se efectuó en 1945.

Fue la primera fábrica industrial de cerámica de la provincia de Castellón, zona rica en tierras arcillosas y en agua, en la que ya existía una larga tradición de alfares populares.

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  • Real Fábrica de Loza, en Sargadelos (1806). Hacia 1810 se le otorgó el apelativo de «real».
  • Real Fábrica de Azulejos, en Valencia (1795-1900).

Armas

  • Real Fábrica de Artillería, en Jimena de la Frontera (1761-1788). Cobró especial relevancia durante el sitio de Gibraltar, al que se destinó la mayor parte de su producción.

Surge por el empeño puesto por Eduardo Boyetet quien propuso al monarca Carlos III la fundición de artillería en la zona en 1761. Cerca de San Pablo de Buceite se localizó una mina de hierro, cuya producción abastecería de materia prima a la Real Fábrica de Artillería y como combustible se utilizaba la madera procedente de las grandes masas forestales existentes.

Los fuelles eran movidos por el agua que transportaba el canal. Su fundición, que no prospera hasta 1777 y se abandona en 1788, pensada para cubrir el suministro a Indias, cobra especial relevancia ante las necesidades surgidas con sitio de Gibraltar, al que se destinó la mayor parte de su producción.

Quedan restos de esta empresa a orillas del río Guadiaro, una fábrica que no llegó a funcionar en la finca conocida como La Fábrica de las Bombas.

A orillas del río Hozgarganta, en La Pasada de Alcalá, se levantan los restos más significativos, como el murallón.

Destacan en este lugar, las obras de canalización de agua del río Hozgarganta con destino a la fundición. Precisamente la ausencia de un caudal continuo y suficiente sentenció su abandono. El canal, con unos 600 m de largo y 4 m de ancho, llega a alcanzar los 5 m de profundidad. Está construido el canal con recia cantería, a veces excavada en la misma roca. Entró en funcionamiento en abril de 1780, coincidiendo con el asedio de Gibraltar.

  • Real Fábrica de Armas, en Toledo (1761-1996). En 1910 cambia su nombre por el de «Fábrica Nacional de Toledo».

La fábrica de armas tiene sus antecedentes en la fama y el prestigio que tuvo la fabricación de armas en la ciudad de Toledo durante siglos, pero que en el siglo XVIII presentaba signos de decadencia. Carlos III, al acceder al trono español, decide crear una fábrica de espadas en Toledo similar a la de Torre Annunziata de Nápoles, construida unos años antes.

La fábrica comienza a funcionar en 1761 en la antigua Ceca de Toledo o Casa de la Moneda, en la actual calle Núñez de Arce, en el edificio que hoy ocupa el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha; al poco tiempo este espacio se queda pequeño y comienza a plantearse la idea de trasladar la fábrica fuera de la ciudad, a la orilla del río Tajo, para poder utilizar su fuerza hidráulica; para ello se cuenta con la participación del arquitecto Francesco Sabatini, que diseña el nuevo edificio. Las obras van a concluir en su parte principal en 1780, comenzando a funcionar poco después como fábrica de espadas.

Durante los primeros años del siglo XIX la fábrica tiene varios momentos difíciles: es invadida dos veces (1808 y 1823) por las tropas francesas y solo a partir de los años treinta de este siglo empieza una lenta recuperación, produciendo espadas de una gran calidad.

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  • Real Fábrica de Pólvora, en Santa Fe (1779-1810).
  • Real Fábrica de Armas y Municiones, en Orbaiceta (1784-1884).
  • Real Fábrica de Municiones y Armas portátiles, en Trubia (1794-actualidad). En el siglo XX cambia su nombre por el de «Fábrica Nacional de Cañones de Trubia».
  • Real Fábrica de Cañones, en Placencia de las Armas.
  • Real Fábrica de Artillería, entre Liérganes y La Cavada (1763). Nacionalizada y convertida en manufactura real en 1763.

Fue la primera siderurgia e industria armamentística del país y produjo durante más de dos siglos, entre 1622 y 1835, elementos de artillería y munición de hierro destinados a la defensa del Imperio español y a garantizar su dominio de los mares.

El desarrollo de la artillería en el siglo xv y su eficacia en los campos de batalla europeos propició una revolución tecnológica y una carrera armamentística de las potencias continentales. A partir de finales del siglo xvi y a medida que más estancado se mostraba el combate terrestre, más se esforzaban las principales potencias en buscar la determinación mediante la fuerza naval y el perfeccionamiento de sus técnicas militares. Es en este periodo cuando surgen las primeras flotas de guerra nacionales capaces de prolongar el conflicto a gran distancia de la metrópoli. En los siglos sucesivos quedaría bien patente que aquellas naciones que no pudieran abastecerse de miles de cañones para artillar sus barcos se verían relegadas de las principales rutas comerciales marítimas, dejando el protagonismo en el dominio de los océanos, nuevo escenario principal de confrontación, a otros países.

España no fue ajena a este cambio estratégico en el escenario bélico mundial y a los nuevos modelos de hacer la guerra.​ En el centro de la revolución militar marina estaba la artillería, el cañón, que permitió la expansión militar europea por todo el mundo conocido. La creación de flotas armadas que protegiesen las rutas comerciales marítimas requirió el cambio de producción de las ferrerías y el forjadode los caros cañones de bronce al moldeado de los más modernos cañones de hierro colado. Ello supuso una revolución industrial debido al uso de nuevas técnicas de fundición.​ La apremiante, y en algunos casos angustiosa, necesidad de artillería al servicio de unas políticas que fomentaban los conflictos y las guerras continuas (la fábrica de La Cavada llegó a producir hasta mil cañones anuales con destino a la marina y al ejército), obligó a dar respuesta mediante un sistema de producción autárquico. Un sistema basado en la construcción de plantas industriales en el propio territorio capaces de satisfacer las necesidades de material bélico del país sin recurrir a operaciones de diplomacia secreta y comercio no manifiesto que pudiesen provocar caer en la órbita política de la potencia suministradora. Esta política fue común a la mayoría de las potencias europeas en mayor o menor medida.

La puesta en funcionamiento de estos centros de producción al abrigo de políticas mercantilistas, con la creación de Manufacturas Reales para la fabricación de bienes considerados estratégicos por los gobiernos, requerían un gran volumen de capital especialmente si se trataba de la producción de piezas de gran tamaño.​ Se necesitaban unas importantes instalaciones para albergar altos hornos de gran capacidad con unas condiciones geográficas particulares donde asentarse y mano de obra muy cualificada. Estas condiciones no eran fáciles de reunir en la Europa del siglo xvi y buena prueba de ello fueron las tentativas fallidas que se dieron en España y en sus territorios de ultramar de instalar fundiciones similares.

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  • Reales Fábricas de Pólvora, en Villafeliche.
  • Reales Fábricas de Pólvora, en Murcia.
  • Real Fábrica de Artillería, en Sevilla (1565). Adquirida por el Estado en 163426
  • Real Fábrica de Pólvora, en Madrid.

Tabaco

  • Real Fábrica de Tabacos, en Sevilla (1620). En 1730 el Estado asumió el control de la fábrica y en 1758 se inauguró el presente edificio.

La planta del tabaco fue encontrada por los españoles a su llegada a América, en 1492. La ciudad de Sevilla, sede de la Casa de Contratación,​ ostentaba el monopolio del comercio con este continente.​ La planta del tabaco fue estudiada en el siglo XVI por Nicolás Monardes, que tenía un huerto con especies del Nuevo Mundo en la calle Sierpes de Sevilla.

En 1620 ya existía una fábrica de tabacos en unas casas situadas en la collación de San Pedro. Fue fundada por el armenio Juan Bautista Caraffa.​ Esta fue la primera de Europa.​ Tuvo tres ampliaciones: hacia 1647, entre 1669 y 1674 y en 1688.​ En 1760 esta fábrica cerró y la producción de tabacos pasó a una nueva fábrica, situada a extramuros de la ciudad.

El Estado se hizo con el monopolio de la renta del tabaco en 1636.​ El Estado arrendaba las fábricas a un intermediario para que produjese y poder obtener ganancias. Entre 1684 y 1687 se suprimió a este intermediario y la Real Hacienda tomo el control directo de las fábricas (antecedente de lo que ocurriría en el siglo XVIII).

En 1701 el Estado limitó el sistema de arriendos del tabaco a las producciones al por menor. En 1730 el Estado asumió el control completo de las fábricas de tabacos.

  • Real Fábrica de Tabacos, en Madrid (1792-2000). En 1902 fue adquirida por la Compañía Anónima Tabacalera.

Fue una de las obras públicas que se llevaron a cabo bajo el reinado de Carlos III. Fue terminado en 1790, dos años después de su muerte y en pleno reinado de su hijo y sucesor Carlos IV. Se trata de un buen ejemplo de arquitectura industrial del siglo xviii. La obra, proyectada por el arquitecto Manuel de la Ballina, responde tipológicamente al modelo de instalaciones manufactureras del siglo xviii, tratándose desde la lógica de localización funcional y la organización jerárquica del espacio.

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  • Real Fábrica de Tabacos, en La Coruña (1804–2002).
  • Real Fábrica de Tabacos, en Cádiz (1741-1870). En 1829 fue renombrada Fábrica Nacional de Tabacos de Cádiz.
  • Real Fábrica de Puros y Cigarros, en México (1769-1827).

Otras producciones

  • Real Fábrica de Cristales de La Granja, en La Granja de San Ildefonso (1727-1963).

La Real Fábrica se construyó con la llegada de la dinastía de los Borbones a España en 1727, siendo rey de España Felipe V. En este año Buenaventura Sit instala, financiado por la corona, un pequeño horno de vidrios planos para abastecer al Palacio de La Granja de ventanas y espejos. Si era un oficial que había trabajado en la fábrica de vidrios finos de Nuevo Baztán, cerrada debido a las dificultades para aprovisionarse de combustible. En 1737 se consiguen mejoras en la fabricación mediante la técnica del colado, que permitía obtener vidrios mayores que 3,5 x 2 m.

En 1746, el maestro francés Dionisio Sibert impulsa la fabricación de cristales labrados (o franceses), utilizando plomo en su composición y en 1750, el maestro alemán Juan Eder inicia la fabricación de vidrios entrefinos (o alemanes), utilizando vidrio de base potásica.

En 1836, la Hacienda Real se hizo cargo formalmente de las instalaciones, convirtiéndose en una nueva Fábrica Real que, a diferencia de otras reales fábricas, no consiguió autofinanciarse, dependiendo siempre de las aportaciones del erario.1

La localización de la fábrica tuvo como elemento decisivo la abundancia de combustible disponible en la zona: los pinares de Valsaín y los robledales adyacentes. Para garantizar el suministro, la Corona impuso en 1761 a la comunidad de ciudad y tierra de Segovia la venta forzosa de dichos pinares y robledales. Las arenas y arcillas refractarias necesarias como materia prima y material de fabricación provenían de localizaciones próximas: Bernuy de Porreros, Brieva y La Lastrilla.

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  • Real Fábrica de Hojalata de San Miguel, en Júzcar (1731-1808).
  • Real Laboratorio de Mosaicos y Piedras Duras del Buen Retiro, en Madrid (1759-1808).
  • Reales Fábricas de Bronce y Latón, en Riópar (1773-1831). Cedida a particulares en 1831.
  • Real Fábrica de Naipes, en Málaga (1776-1815).
  • Real Escuela de Platería y Máquinas, en Madrid (1778-1869).

Oficialmente fue creada por Real Cédula de 29 de abril de 1778. Coincidió con un periodo de esplendor de la platería española que se alargaría hasta la mitad del siglo XIX, gracias a esta iniciativa que fomentó la creación de escuelas similares en otras grandes ciudades. Así, a través de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, se fundaron escuelas vinculadas a las mismas.​ El origen de la Real Fábrica fue el platero Antonio Martínez Barrio, oscense al que se le conoce trabajando en Zaragoza alrededor del tercer cuarto del siglo XVIII, mientras se forma en dibujo y pintura con los hermanos Bayeu (Francisco y Ramón) y, posiblemente, con Francisco de Goya.3​ Se desconoce con exactitud la razón por la cual se dedicó finalmente a la platería, si bien algunos autores sostienen que su padre era platero aragonés. En 1774 se sabe que viajó por Europa, singularmente estuvo en París y el Reino Unido aprendiendo de los mejores plateros de ambos países. Cuando volvió a España creó la Escuela de Platería Martínez. No era una figura desconocida para Carlos III, al que había ofrecido distintas piezas antes de emprender su viaje y que el Rey pagó, así que la fundación de la Escuela es coincidente en el tiempo con el reconocimiento de la misma con el título de Real Fábrica, posiblemente por la imposibilidad de que se iniciaran actividades similares sin consentimiento expreso de la Corona.

Creada la Real Fábrica, se estableció un cupo máximo de dieciséis alumnos, la obligación de Antonio Martínez de crear las máquinas e ingenios necesarios para su funcionamiento, la obligación del mismo de transmitir su saber a sus discípulos y la Corona compraba una parte de las piezas elaboradas en oro y plata. También se le reconoció el derecho a emitir títulos de maestro, a pesar de la oposición del Colegio de Plateros que, hasta entonces, tenía la exclusiva autorización para ello.

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  • Real Fábrica de Papeles Pintados, en Madrid (1786-1836).
  • Real Fábrica de Relojes, en Madrid (1788-1794).
  • Real Fábrica de Cera, en Madrid (1788-1834). Fue mandada construir por Carlos III en 1788 y en 1834, la reina María Cristina ordenó su clausura.
  • Real Fábrica de Navíos, Sant Feliu de Guíxols (1716-1724). Fue mandado construir por Felipe V.
  • Fundición Real de Presidio de Andarax, en Fuente Victoria.
  • Fundición Real de Alcora, en Canjáyar.
  • Real Fábrica de Abanicos, en Madrid de Eugenio Pros (ca.1788)
  • Real Fábrica de Abanicos, en Valencia (ca.1797).
  • Real Fábrica de Aguardientes, Naipes y Papel Sellado, en Madrid (1781).
  • Real Fábrica de Coches, en Madrid, en las Vistillas de san Francisco. Incendiada en 1800.
  • Real Fábrica de Filtraciones de Lejías, en Madrid, en la puerta de los Pozos de la Nieve de Manuel.
  • Real Fábrica de Jarcia, en Puerto Real.
  • Real Fábrica de Papel, en San Fernando de Henares. Instalada por Felipe V para abastecer a la Corona y suministrar papel sellado a las Indias, no tuvo gran éxito.
  • Real Fábrica de Plomo, en Fuente Victoria.
  • Real Fábrica de Salitre, en Madrid, en el Barranco de Embajadores.
  • Real Fábrica de Sombreros, en San Fernando de Henares. Ubicada en la calle de Jesús y María, en 1758 uno de los gremios de sombrereros se encargó de administrarla.

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